NOTA SOBRE LA(S) LECTURA(S)


Este poemario nació de una constatación: la disolución del yo; que no sólo se pone en práctica a través de los heterónimos o de alter egos o de máscaras, sino a través de máquinas, de concepciones complejas, a través de tramas y redes, de conexiones y relaciones: es decir, -y aquí entra el poemario- a través de un pez (el sujeto) atrapado dentro de una trama, de una red de pescador, con sus nudos que son sus conexiones, que son las conexiones entre los poemas, y ese pez atrapado en la red posibilita que desaparezca su individualidad o al menos que se desarrolle de tal forma que se pierda dentro de los nudos y las cuerdas, dentro de la red, y así transformarse él mismo en otro nudo, en otra conexión, en otra relación, una más, dentro de la red de conexiones. Cada uno de los nudos, llamados, siguiendo a Deleuze y Guattari (Ver Apéndice), generativo, transformacional, diagramático y maquínico, nos trasladan de un poema a otro tomando el dispositivo de conexión que el nudo define y con ello se produce una apertura relacional entre los treinta y dos poemas. La conexión, pues, no es nunca lineal, pudiendo ser en diagonal o, mejor, en zigzag -como alguien que no sabe muy bien por dónde va- eligiendo un nudo del poema y siguiendo el camino hasta que se corte, porque los caminos se cortan, todos los caminos se cortan, y entonces hay que volver a elegir, así podemos seguir por ejemplo la conexión generativa o bien una cualquiera de las otras, o no seguir el orden de ellas, sino alternárdolas o saltándolas, como se quiera y según el gusto o la intención. Hay, pues, distintas formas de acercarse a los poemas y ver la relación que cada uno guarda con los otros. Por tanto, según esto también los poemas hacen rizoma. Además, a esta manera rizomática, y contra la manera o visión teledirigida habitual, se añade, como indica la imagen del pliego de imprenta que sigue a esta nota, otra manera más: una visión panorámica. En bloque. El ojo observaría los poemas colocados en un pliego de imprenta sin cortar, es decir, estirado, conteniendo a todos ellos (en la imagen sólo aparece el título, aunque en una versión apropiada debería aparecer el poema entero, así cada poema en cada uno de los dobleces del pliego). Con ello se intenta mostrar, de nuevo, la red y, dentro de la red, otras conexiones de un poema a otro, otra forma en definitiva de leer lo mismo y que por tanto deja de ser tal mismo para ser algo diferente. Así se elude de nuevo la dirección lineal -y mentirosa- que domina toda trama argumental, estando todos los poemas -ya no románticos- dentro de una tupida intercomunicabilidad de unos con otros.