GRATITUDES Y DEDICATORIAS


Hay versos que nacen del placer amoroso y otros que nacen del placer lector, en este caso se han aunado ambos placeres y se han hecho carne en una serie de poemas: “Y se desliza suave...”, tanto la versión A como la B, los tres poemas de “Las brasas del placer”, también “Una esperada violación”, “Los susurros del teléfono”, “Una máquina vocea”, “Dentro”, y alguno más que se puede escapar. Todos ellos nacieron de un placer hecho carne y de una lectura corporal de Octavio Paz, Jenaro Talens, Jaime Gil de Biedma, entre otros. A todos ellos mi agradecimiento por el placer (que al igual que su cuerpo) me proporcionan y siguen proporcionando. Por eso también todos esos poemas a ellos (y ella) van dedicados. Mientras “Stone patiences” pertenece por entero al poeta británico Charles Tomlinson, al que leí en la fidedigna traducción de Jordi Doce; o “Haciendo piruetas en un aire sin nubes” y “En el trapecio” a Leopoldo María Panero, del que tomo algún verso en el primero de ellos; por último, “La llave en la cerradura” no existiría sin estos versos de Alberto Santamaría: Disimulas tu suerte de hombre / solo ante la cerradura. En los intersticios de la red siempre hay alguien, para él todo.